La seguridad es una conquista histérica eterna. Un coqueteo interminable que nunca define en gol. De a momentos es mía, de a momentos es de otro o de todos los demás. Entiende poco de razón y nunca explica sus desapariciones extremas cuando más falta hace. Como un soldado que dispara y luego esconde el fusil entre sus ropas para desaparecer más tarde entre las plantas. Viene y va.
Nunca se ausenta lo suficiente para darla por muerta pero tampoco se mantiene activa y presente un tiempo que pueda ser considerada una realidad.
Juega conmigo y con los demás, se divierte tendiéndole trampas a mi inteligencia emocional. Juega con la confianza, con el autoestima de todos y de ninguno a la vez. No se compromete pero se entromete y cuando el humo le da paso como a un mago de feria cala tan hondo que llega a confundirte. Parece que llegó para quedarse pero se va.